Después de visitar Wellington nos encontrábamos en pleno corazón de la Isla Norte. Haríamos una visita fugaz amenazada por la lluvia a una de las grandes atracciones del país y seguiríamos nuestro camino hacia Taupo, donde dormiríamos antes de la visita a uno de los lugares más curiosos de Nueva Zelanda en Rotorua, el Parque de Wai-o-Tapu.
DÍA 30 DE OCTUBRE: DE WAIKANAE A TAUPO
Hay que reconocer que la Isla Norte de Nueva Zelanda es mucho menos atractiva que la Sur. De hecho, venir a este país y quedarse sólo en la más septentrional de las islas es como un viaje inacabado. Dicho esto, la zona del país entre Cabo Reinga y Wellington puede dejar a los viajeros algunos lugares de gran interés, entre los cuales destaca uno: el Parque Nacional del Tongariro.
Conocido entre otras cosas por haber servido de escenario para ilustrar Mordor en la Trilogía de El Señor de los Anillos, este Parque Nacional se encuentra entre los lugares más visitados del país. La posibilidad de hacer rutas de senderismo de uno o varios días atravesando paisajes desérticos y volcánicos lo ha convertido en un imprescindible de Nueva Zelanda, pero nosotros no pudimos disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece. Una vez llegamos hasta la oficina del DOC en el Parque la lluvia no nos iba a permitir realizar ni siquiera una ruta corta por los alrededores. Tuvimos que conformarnos con ver desde lejos los picos del Ruapehu y el Ngauruhoe nevados, comer con tranquilidad en la furgoneta y prometernos que en un futuro volveríamos.
Por lo tanto, por la tarde pusimos rumbo a Taupo, la principal ciudad del centro de la isla y que suele servir de alojamiento para muchos turistas que deciden visitar el Tongariro. Allí cenaríamos en un restaurante (el Vine Eatery & Bar, bastante bueno) y dormimos en la zona habilitada en el centro de la ciudad para vehículos self-contained.
Al fondo, las vistas sobre del Ruapehu y el Ngauruhoe |
DÍA 31 DE OCTUBRE: DE TAUPO A ROTORUA
Salimos de Taupo con la intención de hacer parada en Rotorua. Esta ciudad, situada a la orilla del lago del mismo nombre, es conocida por su actividad subterránea, es decir, por su pasado volcánico que aún a día de hoy se aprecia en la gran cantidad de pozas de agua caliente donde uno se puede bañar gratuitamente por sus alrededores. También lo es por alojar el parque geotermal de Wai-o-Tapu, un recinto donde disfrutar de algunas de las escenas más bellas que se pueden disfrutar en Nueva Zelanda.
La entrada al parque es de 32$, un precio que Alejandro consideró demasiado elevado para una actividad natural, por lo que sólo Ana y su tía entraron. La visita puede llevar alrededor de una hora y media y recorre diferentes cráteres a los que el azufre aporta variados colores. Pozas de lodo hirviendo, aguas de color verde o amarillo, el inconfundible olor a huevo podrido de estos paisajes e incluso un géiser artificial con actividad planificada (cada día a las 10:15 de la mañana). El Parque supone un recorrido por el pasado volcánico y natural no sólo de la región del lago Rotorua, sino de todo el país. Nueva Zelanda y su geografía deben buena parte de su belleza y su singularidad a la actividad de origen volcánico.
Distintas vistas del parque y las lagunas de colores |
Una vez terminada la visita por el Parque de Wai-o-Tapu seguimos disfruando de los alrededores de la ciudad, que cuenta con lugares gratuitos como la piscina de las burbujas de barro. Puedes pasar allí un buen rato simplemente viendo cómo se va formando una burbuja de grueso barro y acaba por explotar.
Y para terminar el día llegamos a la ciudad (una de las mayores del país) y nos reunimos con Mamen y Juan, nuestros amigos de España que llevaban pocos días en el país y se encontraban a punto de comenzar su primer trabajo. Estuvimos tomando algo y charlando un buen rato y dimos una vuelta por la ciudad, que mantiene algunos lugares interesantes, como los Government Gardens, con bonitas vistas del lago, el edificio del museo de la ciudad y un antiguo balneario.
Nos hubiera gustado pasar más tiempo con nuestros amigos después de tanto tiempo sin vernos, pero teníamos que seguir en camino. Dormimos en una zona habilitada a las afueras de Rotorua en la carretera de camino a Tauranga, donde al día siguiente comenzaríamos nuestra ruta por la Península de Coromandel, poco antes de abandonar el país rumbo a España para pasar la Navidad.
Una burbuja de barro en plena explosión |
El edificio del museo de Rotorua, en los Jardines de la ciudad |
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