Nuestra ruta de tres semanas por Nueva Zelanda cambiaba de escenario. Íbamos a cruzar de nuevo el Estrecho de Cook, casi siete meses después, para volver a la Isla Norte. Sabíamos que el paisaje cambiaría radicalmente y eso forma parte de este país. Pero antes, en la capital neozelandesa, disfrutaríamos una vez más del museo Te Papa, donde una exposición temporal nos dejaría sin habla y sobrecogidos.
DÍA 29 DE OCTUBRE: DE BLENHEIM A WAIKANAE
Una de las mayores desventajas de querer viajar por toda Nueva Zelanda es el hecho de que el país está dividido en dos islas y, como es lógico, hay que cruzar de una a otra. Si este viaje se hace en furgoneta o caravana la única manera es a través del ferry, que resulta bastante caro, aunque siempre hay que mantener el optimismo y resaltar que el viaje entre Picton y Wellington merece la pena. Y también es una manera obligada de visitar la capital del país.
Nos despertamos bien temprano aquella mañana ya que debíamos estar en el puerto de Picton una hora antes de la salida del ferry, programada para las 9 horas. El precio de la furgoneta iba incluido en el alquiler, por lo que sólo tuvimos que pagar los billetes de tres personas, que cuestan 65$ cada una. Al igual que nos ocurriera la vez anterior, nos asombraba la manera en que los operarios de la empresa jugaban al Tetris con las decenas de vehículos que entraban en aquel barco. Todo debe estar controlado al milímetro para optimizar el espacio sin que afecte a la estabilidad.
Zarpa el ferry e inmediatamente te sumerges en el corazón del estrecho que da entrada a Picton, el Queen Charlotte Sound,
rodeado de cientos de pequeñas islas. Merece la pena ocupar un buen lugar en algunos de los salones o bien subir a la cubierta y
disfrutar del olor a mar y del sonido de las olas. Por las características del estrecho el barco no pasa demasiado tiempo a mar abierto y pronto se comienza a divisar la Isla Norte. Algo más de tres horas después estás pisando Wellington.
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Alguna de los paisajes que se pueden ver desde el ferry |
La ciudad de Wellington es bastante animada, sobre todo comparada con el resto del país, pero la visita
apenas da para un par de días como máximo. Nosotros teníamos pensado dedicar los pocos días que nos quedaban a ver alguna zona que no conociéramos de la Isla Norte, así que dedicaríamos a la ciudad un paseo por sus calles más animadas (
Cuba Street básicamente) y al museo Te Papa. Pero antes había que comer. Por suerte dimos con un restaurante turco (Abrakebabra) que nos quitó el antojo que teníamos desde hacía meses
de comer kebab, falafel y todo tipo de comida turca. Comimos muy bien, en cantidad y a buen precio.
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Los platos de comida turca que tan bien nos sentaron |
Después de llenar el estómago entramos de lleno en el
Museo Te Papa Tongarewa, el museo nacional de Nueva Zelanda. Ya habíamos estado anteriormente y por eso sabíamos que es una buena manera de aprender rápido un poco de historia del país, así como sus particularidades naturales. Y ya sabéis que somos amantes de los museos neozelandeses. Toda la historia de Nueva Zelanda está aquí resumida:
la llegada de los primeros pueblos polinesios, la colonización británica, las principales especies animales, su origen volcánico, la lucha por los derechos civiles, el pueblo maorí y su cultura,
el tratado de Waitangi y muchas más cosas. Sobre todo una que, coincidiendo con su centenario, tendríamos la suerte de disfrutar.
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La cultura morí está muy presente en el museo |
En 1915 se produjo en las costas de Turquía la
archiconocida batalla de Galípoli. Aquellos días, cientos de neozelandeses fueron masacrados a manos de las tropas del imperio otomano en lo que aquí (y en Australia) se ha convertido en
un emblema nacional de la unidad del país y su lucha del lado de la democracia y la libertad. Y en conmemoración del centenario de aquel hecho el Te Papa mostraba una exposición temporal que explicaba, con todo lujo de detalles,
qué ocurrió en aquellas playas turcas cien años atrás. Gráficos, maquetas, textos, vídeos, material, recreación de una trinchera… Es imposible no salir de aquella exposición conociendo al detalle por qué para los neozelandeses supuso un hito en su corta historia. Pero lo que más nos impresionó fueron las inmensas figuras que presidían cada una de las salas de la exposición. Estatuas gigantes con un nivel de detalle asombroso que
representaban a protagonistas reales de la batalla de Galípoli, todo realizado por la empresa Weta Workshop, que ha trabajado en películas como El Señor de los Anillos. Ni siquiera las fotografías pueden hacer justicia.
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Algunas de las figuras presentes en la exposición |
Nos fuimos del Te Papa sobrecogidos
con el realismo de los gestos y los pequeños detalles de cada una de las figuras de la exposición, por desgracia temporal y no permanente. Volvimos a la furgoneta y condujimos buscando el corazón de la Isla Norte. Dormimos en una zona habilitada en el pueblo de Waikanae y ya reconocíamos
las diferencias entre el norte y el sur. Al día siguiente teníamos intención de visitar el gran atractivo de esta zona de Nueva Zelanda.
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