Cómo comprar un coche en Nueva Zelanda: nuestra experiencia

En un post anterior explicábamos los primeros pasos que dar al llegar a Nueva Zelanda con la Working Holiday Visa. Uno de estos pasos era la compra de un coche (que obviamente es opcional) y dejábamos la puerta abierta a contar nuestra experiencia personal, algo más rocambolesca de lo habitual, así que ahora os detallamos todo el proceso.

Durante semanas antes de llegar a Nueva Zelanda nos habíamos ido informando de cuál era la mejor manera de comprar un coche nada más llegar. No queríamos alargar mucho el proceso, ya que Auckland es una ciudad bastante más cara que la media del país, por lo que nuestros esfuerzos durante nuestras primeras horas estarían encaminados a encontrar una campervan con la que pasar los próximos meses.

Antes de salir de España habíamos echado un ojo a las principales webs de compra-venta de vehículos, como Trademe o Backpackers Board, pero ya teníamos la mente puesta en nuestro primer domingo neozelandés. Más tarde, al tener que pagar para subir anuncios en Trademe se han creado muchos en Facebook donde se venden coches, sobre todo de otros mochileros. Algunos grupos son:

- Cars for Sale in Queenstown
- Backpackers Campervans/Cars/4wds7vans/wagos Buy & Sell NZ
- Cars/trucks/campers for sale NZ
- Backpackers VANS & Cars Under 3500$NZ
- Work and Travel Newuseeland
- Française en Nouvelle Zélande/French in New Zealand

Como explicamos en aquel post, cada sábado y domingo se realizan en Auckland ferias de coches donde los propios kiwis y los mochileros que están a punto de salir de Nueva Zelanda ponen a la venta sus coches y los clientes pueden observarlos, probarlos y si se convencen, comprarlos. El domingo 18 de enero madrugamos y salimos de nuestra habitación en el Ibis Budget del aeropuerto dispuestos a acabar el día con una campervan y salir lo antes posible de la mayor ciudad de Nueva Zelanda.

Dispuestos a salir de la feria con una furgoneta
Aprovechamos este primer trayecto para estrenarnos en el arte del autostop neozelandés y no hicieron falta ni dos minutos para que una chica parara y nos alegrara la mañana respondiendo afirmativamente a nuestra petición de llevarnos hasta Ellerslie, donde se celebraba la Feria de Coches en la que habíamos depositado todas nuestras esperanzas. Tras unos veinte minutos en coche en nuestro primer contacto con el inglés de esta esquina del mundo, llegamos a una gran explanada junto a un hipódromo, dimos educadamente las gracias y nos adentramos en el proceso de compra.

Nada más cruzar la puerta una señora nos alertaba de los distintos "peligros" de la feria. Principalmente hacía referencia a los vendedores que trataban de engañar a mochileros como nosotros, inexpertos y ávidos de un golpe de suerte nada más aterrizar en el país. Nos informaba de los chequeos mecánicos que su empresa realizaba allí mismo por 140 NZD y en los que, tras unos minutos, te aconsejaban si comprar o no. Oímos su explicación y decidimos tenerla en cuenta para el caso de que encontráramos lo que buscábamos.

Y así comenzó nuestra primera mañana en Auckland, buscando la zona de coches a precios inferiores a 5.000 NZD después de que nos pusiéramos un presupuesto de 3.000 dólares. Paseábamos por la feria sin encontrar nada que realmente nos convenciera. Había buenas furgonetas que se iban muy por encima de nuestro presupuesto. Otras lo cumplían pero no nos terminaban de convencer. Pasaban las horas y nos desanimábamos. Decidimos elevar algo más nuestro presupuesto, pensando sobre todo en que esos dólares invertidos en la campervan los ahorraríamos del alojamiento en algún hostel de Auckland. Y así fue como encontramos lo que andábamos buscando.

Una Toyota Estima de color turquesa había rebajado su precio desde los 4.300 dólares iniciales a 3.900. Nos acercamos y una chica alemana nos comenzó a enseñar todo por dentro. Como pasa con casi todos estos coches, era antigua y llevaba encima varios miles de kilómetros, pero el interior estaba bien equipado. Seguimos andando alrededor para no mostrar demasiado interés y al volver una chica australiana que hablaba un perfecto castellano con acento bonaerense se había unido a la venta. Nos contó que el coche era de una amiga que les había encargado su venta y nos invitó a probarlo. Lo condujimos y pudimos rebajar su precio hasta los 3.600. Ella aceptó sin demasiada oposición y se ofrecía a pagar los posibles arreglos que requeririera. Ante la oferta de realizar el chequeo en el taller allí situado nos contraofertó con llevarlo a un taller de confianza en la que los gastos de la revisión correrían de ambas partes, pero no íbamos a dejar nada en manos de "algún amigo". Allí lo llevamos y allí esperamos al veredicto.

Nuestra primera furgoneta candidata a viajar con nosotros
Las cosas no siempre salen como uno espera y una decisión puede cambiarlo todo. La revisión de la furgoneta presentó muchísimos problemas y su arreglo se iría a más de mil dólares. Lógicamente descartamos su compra, no sin antes atender al consejo del mecánico. Nos dijo que un hombre que andaba por allí vendía furgonetas a buen precio, así que nos acercamos y preguntamos. Nos dijo que su amigo tenía una buena equipada y arreglada mecánicamente. Nos dio su tarjeta y resultó ser el dueño del taller que realizaba la inspección. Hablamos con él y nos explicó que había invertido dinero en arreglarla y terminó su explicación con un conciso "sólo metes las llaves y te vas". Lo tuvimos en cuenta.

Volvimos algo desanimados a Auckland, donde aún teníamos que buscar alojamiento. Durante un par de días seguíamos buscando en internet alguna buena oferta. Contactábamos, mirábamos en los tablones de los hostel y finalmente decidimos probar con lo que este señor nos ofrecía. Le escribimos un mail y nos contó que disponía de una Mitsubishi de 1994 por 4.000 dólares, todo arreglado. Quedamos en ir a su casa para verla y fuimos hasta el barrio de Mt. Wellington, donde Mark y su esposa Laurie nos reconocieron al instante después de haber charlado con ellos mientras realizaban el chequeo de la Toyota.

Vimos la furgoneta, que contaba con una estructura de cama y un colchón, y Mark nos sacó una factura de unos arreglos que se iban a más de 2.000 dólares realizados apenas un par de semanas antes. También nos explicó que aquel domingo no había sido un buen día en la feria de coches, con no muy buenas furgonetas, bastantes de ellas estropeadas, y que sufrían mucho viendo cómo algunas personas trataban de timar a los recién llegados. También nos explicaron que ellos no vendían allí la furgoneta ni se lo decían a nadie por posible conflicto de intereses (aconsejar no comprar una furgoneta y al instante querer venderte la tuya no es muy ético). Tras comprobar el estado del coche, conducirlo y charlar con ellos un buen rato (con una cerveza de por medio) nos decidimos por ella.

Ana con Laurie y la Delica
El precio se nos había ido por encima de nuestro presupuesto varios cientos de dólares, pero los arreglos que se habían realizado nos daban la confianza necesaria para pensar que no nos llevaríamos ninguna sorpresa desagradable los próximos meses. Y además Mark nos daba una garantía de 10.000 km. o seis meses de todos los arreglos que había realizado y tanto él como Laurie nos habían ayudado en todo lo posible con todo el papeleo necesario.

Y así fue como nos hicimos con nuestra Delica, con la que ya hemos disfrutado de buena parte de la Isla Norte, con la que ya hemos rodado muchos kilómetros, hemos dormido muchas horas en ella, nos la apañamos para tapar la luz del día con toallas y ponchos, nos reímos y ya vamos planeando algunos arreglos en el interior para mejorarla. No salió como lo habíamos planeado, pero lo importante es que salga bien. Y eso esperamos.

Actualización: en este post podéis leer cómo ha sido nuestra experiencia con furgoneta en Nueva Zelanda y algunos consejos.
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