Ruta por la Isla Sur: Arthur Pass y la petit Akaroa

A nuestra ruta de un mes por la Isla Sur de Nueva Zelanda le quedaba menos de una semana. Habíamos conseguido trazar una ruta casi circular pasando por las cuatro esquinas, pero nos faltaba visitar la principal ruta que une las dos costas de la isla y la ciudad más poblada.

DÍA 1 DE MAYO: DEL LAGO TEKAPO AL ARTHUR PASS

Nos pusimos en pie bastante temprano este día para visitar lo poco visitable del lago Tekapo y alrededores. Pese a no ser tan espectacular como el Pukaki, sobre todo porque le faltan las vistas al Monte Cook que sí tiene su vecino, es un entorno agradable, con muchas viviendas vacacionales. Junto al pueblo se encuentra la Iglesia del Buen Pastor, de finales del siglo XIX, toda de piedra. A su lado una estatua en honor a los perros pastores que ayudaron a los colonos en sus primeros días en esta tierra. Tras esta breve visita nos fuimos en dirección al Arthur Pass por la SH72. 

En el camino hicimos varias paradas. La primera de ellas en Fairlie, donde utilizamos la biblioteca municipal para recargar los dispositivos y consultar varios asuntos en internet. La segunda en la población de Three Creeks, a sólo cinco kilómetros de Geraldine, donde encuentras una tienda de articulos vintage. El espacio simula el de un pueblo de finales del siglo XIX, con su gasolinera, tienda, coches, etc. Éste sería un día dedicado casi exclusivamente a conducir, por lo que tras la comida hicimos una parada para una ducha y tras el anochecer ya estábamos en el lago Pearson para dormir en el camping gratuito del Departamento de Conservación.

La tienda vintage de Three Creeks
DÍA 2 DE MAYO: DEL ARTHUR PASS A OXFORD

Una vez que habíamos pasado la noche en el corazón del Arthur Pass, tendríamos todo el día para realizar algunas de las rutas de senderismo que existen en el Parque Nacional. Desde el camping del lago Pearson aún hay que conducir una media hora hasta el Centro de Información, donde está la antigua estación de tren, hoteles y cafeterías. De camino uno se encuentra con una extraña señal de tráfico: precaución con los moas. No sería raro si no fuera porque este animal, parecido al avestruz, lleva extinguido medio siglo debido a la acción del ser humano. Esperemos que ayude a crear conciencia de que, puede que en unos años, las señales que hoy avisan de la presencia de kiwis, por ejemplo, también nos resulten raras.

Cartel de los extintos moas
Tras visitar el Centro de Interpretación decidimos que haríamos dos rutas. La primera sería la que lleva hasta las cascadas Devils Punchbowl, de apenas una hora ida y vuelta y donde disfrutas de las vistas de una catarata de más de 130 metros de salto de agua. Discurre a través del bosque y en subida hacia el interior de las montañas, todo muy bien acondicionado para todo tipo de públicos y cerca del Centro de Interpretación.

La segunda ruta y la principal sería la del Temple Basin, de unas tres horas ida y vuelta. Esta sí es algo más dura, con mucha subida y por un camino bastante monótono. Lo espectacular llega al final, cuando se alcanza una estación de esquí y puedes ver las vistas de los picos Avalanche y Rolleston, en el valle del monte Cassidy, todos ellos por encima de los 1.800 metros. La bajada hubo que hacerla con mucho cuidado debido a la pendiente. Luego fuimos a ver el famoso viaducto que desde hace unos años sustituye a la antigua serpenteante ruta por el valle que lleva hasta la costa oeste. Sería la última vez que disfrutáramos con los entrañables keas.



Camino (arriba) y vistas desde el Temple Basin Track
Volvimos al pueblo y disfrutamos de un chocolate caliente en unos de los bares del pueblo y dejamos atras el Arthur Pass con dirección a Oxford, un pequeño pueblo entre este punto y Christchurch. Ahí pasaríamos la noche con intención de visitar la Península de Banks al día siguiente.

DÍA 3 DE MAYO: DE OXFORD A AKAROA

Antes de marchar hacia Christchurch debimos volver tras nuestros pasos. El día anterior habíamos pasado por el pueblo de Springfield ya de noche y por tanto no pudimos visitar el donut gigante (como esos que le encantan a Homer Simpson) que hay en el centro, así que allá fuimos. No todos los días se puede fotografiar alguien dentro de un enorme donut. Y tras esto, carretera con dirección Christchurch, previa parada en la Península de Banks.


Mapa de la Península de Akaroa
Al sur de Christchurch encontramos una extensión de tierra que parece querer huir de la gran ciudad hacia el mar. La Península de Banks, que recibe su nombre del naturalista Joseph Banks, parece haber conseguido su objetivo y supone un remanso de paz atípico a pocos kilómetros de la gran urbe. Su formación volcánica (las rías de Lyttelton y Akaroa son antiguos cráteres) le ha dotado de una orografía curiosa, con todas sus costas salpicadas de pequeños entrantes de mar junto a colinas redondeadas. Pese a ello, la entrada principal desde Christchurch pasa junto al lago Ellesmere, un trozo de mar que ha quedado encerrado por el crecimiento de la lengua de sedimentos de Kaitorete.

Y así se llega a Akaroa, un pequeño pueblo pesquero que guarda celosamente su pasado francés. Aquí llegaron en 1840, al mando del capitán Jean Langlois, una colonia de franceses que pensaban establecerse en una Nueva Zelanda que aún no pertenecía a nadie, salvo a los maoríes, que por una suculenta suma de dinero vendieron la península a Langlois dos años antes. El problema es que, para cuando los barcos llegaron desde Francia, maoríes y colonos ingleses ya habían firmado el Tratado de Waitangi y todo el territorio de Nueva Zelanda pasaba a ser colonia inglesa. Aún así, los franceses se quedaron en Akaroa, donde aún hoy se pueden apreciar varias construcciones de estilo colonial francés, los carteles de las calles en el idioma galo y un montón de bares que preparan crêpes y cafés franceses, aunque lo más cerca que hayan estado de nuestro país vecino haya sido ver AmèlieLo más destacado de Akaroa es su faro, datado en 1880, que curiosamente fue trasladado piedra a piedra desde su localización original a la actual un siglo después de su construcción.

Faro de Akaroa con la bahía al fondo
Pasamos la noche en Akaroa, con las vistas de los barcos en la bahía, las colinas al fondo y el olor a mar. Al día siguiente visitaríamos Christchurch, la ciudad que una vez tembló y ahora lucha por recuperar la normalidad.
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