Casi sin habernos dado cuenta estábamos llegando al ecuador de nuestro viaje a Hawái y aún teníamos la sensación de que nos faltaba muchísimo por descubrir. Después de dejar Maui habiendo caminado entre bambúes nos dirigíamos a la isla de Hawái, la mayor de todo el archipiélago. Sólo con una idea en mente: que aquel volcán no entrara en erupción.
DÍA 22 DE ABRIL: HAWÁI
Pasamos la noche casi en vela en el aeropuerto, pero pese a eso aterrizamos en el aeropuerto de Hilo con la idea de salir pitando de allí para tratar de cumplir con la ruta que para ese día teníamos trazada. El problema es que cuando pasas la noche casi sin dormir y para buscar wifi te vas a un McDonald’s, pues acabas comiendo, teniendo sobremesa y se te alarga todo un poco más. Incluso así seguíamos teniendo tiempo para hacer la mayor parte del recorrido que teníamos planeado.
La idea inicial era conducir hasta el extremo más meridional de la isla de Hawái, conocida aquí como la Big Island (la Gran Isla) y que da nombre al resto del archipiélago y del Estado. Allí se encuentra una curiosa isla de arena verde, pero una vez analizamos el recorrido (hay que hacer una ruta caminando de dos horas ida y vuelta, más el trayecto de dos horas en coche desde Hilo) e imágenes de la playa en cuestión, decidimos parar antes y recortar las horas de carretera. Así pues nuestra primera parada era un punto en el que mezclábamos una playa de arena negra y la posibilidad de ver tortugas marinas. Desde que la carretera abandona Hilo se va notando el paulatino descenso de la vegetación en favor de un paisaje desértico. No en vano estábamos poco a poco internándonos en el Parque Nacional de los Volcanes y ascendiendo en altitud, por lo que una vez más y como nos pasó el día anterior en Maui conocíamos las dos caras de Hawái. Paramos en la playa de Punaluu, la playa de arena negra, y al llegar nos dimos cuenta de que efectivamente ese era un punto obligado para los turistas. El aparcamiento estaba lleno de coches y en la playa, de apenas unos 200 metros de longitud, la gente se dispersaba, unos tomando el sol, otros sentados en la arena y la mayor parte de ellos se arremolinaban en torno a algo que no terminábamos de distinguir.
Alejandro mirando con los prismáticos al sitio equivocado. |
Las tortugas marinas tan tranquilas tomando el sol. |
Uno de los varios miradores a la caldera de Kilauea. |
Más vistas sobre la caldera y abajo el Tubo de Lava. |
Arriba, los turistas colocados para asistir al anochecer sobre el cráter (abajo). |
Recuerda que puedes ver todas nuestras fotos de la isla de Hawái en nuestra página de Flickr y todo nuestro viaje de Hawái en este enlace.
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